José Manuel Martínez Pérez

biografía

La escultura es para José Manuel una experiencia humana y una forma de aprendizaje. Su obra gira en torno al cuerpo, su dinámica y la capacidad que este tiene para expresar emociones y sentimientos. Lo corpóreo condiciona los materiales que utiliza y la forma de trabajar la superficie, siempre abrupta y visceral. El modelado expresivo está muy presente en sus propuestas aunque en ocasiones gira a otros campos que sugieren conceptos nuevos y un lenguaje más comprometido. Existe una tónica general, la anatomía, pero también la obsesión por las estructuras más allá del conocimiento osteológico. Esto hace que sus esculturas contengan más información que la pura objetividad, no son únicamente posturas, poses, nos cuenta como percibe su vida y lo que le rodea. Lo real y el entorno son ideas recurrentes, busca constantemente una sorpresa que le dé pie a realizar una nueva forma. Su búsqueda parte de una idea que surge de forma casual, producto de una emoción que termina convirtiéndose en algo físico, palpable y sólido, ahí radica en esencia la magia del volumen de su obra. Observa, reflexiona y a través de bocetos muy sueltos de dibujo llega a la semilla de la idea para dar paso al primer boceto de arcilla. En contraposición, a veces realiza piezas de forma muy directa sin pasar por estudios previos, buscando evolucionar la pieza de una forma más orgánica y libre. Sus influencias son evidentes, el clasicismo y el siglo XIX, aunque incorpora muchos rasgos nuevos que identifican su obra con el tiempo en el que vive. Escultor de oficio y gran amante de los procesos. Siempre condicionado por la materia, el peso, el equilibrio y la dinámica, termina llegando a un resultado coherente, a veces lúcido. Esto repercute de forma muy rica en su iconografía y en su temática que suele alimentarse en esencia de lo humano.

José Manuel Martínez Pérez

“… soy un profundo amante del dibujo, me obsesiona el cuerpo humano, lo miro y lo estudio como fuente inagotable de ideas. Me interesa todo lo humano y lo que nos condiciona, la vida, la muerte, lo femenino, lo masculino, la juventud, la vejez, las pasiones, el tiempo, la duda... Creo que el ser humano debe observar y aprehender en todo lo posible lo que le rodea. Cuando nos paramos a conocer nuestro entorno nos acercamos a nosotros mismos y esto permite llegar al observador de la obra con más claridad, al fin y al cabo la escultura no es más que un acto de comunicación. Busco aproximarme todo lo que puedo a la realidad pero en esta carrera siempre termino perdiendo…”